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Fernana Gpe. Osuna Leyva

BOMBA ATÓMICA DE HIROSHIMA

Reportaje - Fernanda Gpe. Osuna Leyva

La historia de una explosión nuclear

¿Qué pasó con las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki?

La bomba fue lanzada en Nagasaki tres días después del ataque a Hiroshima

El 6 de agosto de 1945, la ciudad japonesa de Hiroshima, situada en Honshu, la isla principal del Japón, sufrió la devastación, hasta entonces desconocida, de un ataque nuclear. Ese día, cerca de las siete de la mañana, los japoneses detectaron la presencia de aeronaves estadunidenses dirigiéndose al sur del archipiélago; una hora más tarde, los radares de Hiroshima revelaron la cercanía de tres aviones enemigos. Las autoridades militares se tranquilizaron: tan pocos aviones no podrían llevar a cabo un ataque aéreo masivo. Como medida precautoria, las alarmas y radios de Hiroshima emitieron una señal de alerta para que la población se dirigiera a los refugios antiaéreos.

A las 8:15, el bombardero B-29, “Enola Gay”, al mando del piloto Paul W. Tibblets, lanzó sobre Hiroshima a little boy, nombre en clave de la bomba de uranio. Un ruido ensordecedor marcó el instante de la explosión, seguido de un resplandor que iluminó el cielo. En minutos, una columna de humo color gris-morado con un corazón de fuego (a una temperatura aproximada de 4000º C) se convirtió en un gigantesco “hongo atómico” de poco más de un kilómetro de altura. Uno de los tripulantes de “Enola Gay” describió la visión que tuvo de ese momento, acerca del lugar que acaban de bombardear: “parecía como si la lava cubriera toda la ciudad”.

Tokio, localizado a 700 kilómetros de distancia, perdió todo contacto con Hiroshima: hubo un silencio absoluto. El alto mando japonés envió una misión de reconocimiento para informar sobre lo acontecido. Después de tres horas de vuelo, los enviados no podían creer lo que veían: de Hiroshima sólo quedaba una enorme cicatriz en la tierra, rodeada de fuego y humo.


Después de la explosión sobre Hiroshima, los norteamericanos esperaban la rendici

ón inmediata de Japón. Pero esto no sucedió. El alto mando japonés dio por hecho que los Estados Unidos sólo tenían una bomba atómica y, ya que el daño estaba hecho, se mantuvieron en armas. Sin embargo, esta actitud de los japoneses fue prevista por los estadunidenses y, para demostrar que tenían más bombas y de mayor fuerza destructiva, arrojaron una segunda bomba.


El 9 de agosto, a las 11:02 de la mañana, el espectáculo de la aniquilación nuclear se repitió en Nagasaki, situada en una de las islas menores de Japón llamada Kyushu. El bombardero B-29, “Bock’s Car”, lanzó sobre esa ciudad industrial a fat boy, una bomba de plutonio, con la capacidad de liberar el doble de energía que la bomba de uranio.


Cinco días después, los japoneses se rindieron incondicionalmente ante las fuerzas aliadas. Con ello, la Segunda Guerra Mundial, que empezó en 1939, se dio por terminada.

Las bombas nucleares devastaron Hiroshima y Nagasaki. Sin embargo, los efectos del bombardeo sobre cada ciudad no fueron iguales: la situación geográfica de cada lugar influyó sobre el grado de destrucción. En Hiroshima, emplazada sobre un valle, las olas de fuego y radiación se expandieron más rápidamente y a mayor distancia que en Nagasaki, cuya orografía montañosa contuvo la expansión de la destrucción.

La bomba explotó a unos 500 metros sobre la superficie.


Dos kilómetros a la redonda de donde explotaron las bombas, la catástrofe fue absoluta: el fuego y el calor mataron instantáneamente a todos los seres humanos, plantas y animales. En esta zona no permaneció en pie ni una sola edificación y se quemaron además las estructuras de acero de los edificios de concreto. Las ondas expansivas de la explosión hicieron estallar vidrios de ventadas situadas incluso a 8 kilómetros del lugar de la explosión. Los árboles fueron arrancados desde la raíz y quemados por el calor.

En algunas superficies, como los muros de algunos edificios, quedaron plasmadas las “sombras” de carbón de las personas que fueron desintegradas repentinamente por la explosión. El fuego se apoderó de las ciudades, especialmente de Hiroshima, donde se formó una “tormenta de fuego” con vientos de hasta 60 kilómetros por hora. Había incendios por todas lados. Miles de personas y animales murieron quemados, o bien sufrieron graves quemaduras e incluso heridas por los fragmentos de vidrio y otros materiales que salieron disparados por la explosión. Las tejas de barro de las casas se derritieron y la gran mayoría de las residencias de madera ardieron en llamas. Los sistemas telefónicos y eléctricos quedaron prácticamente arruinados. Se calcula que en Hiroshima desaparecieron cerca de 20 mil edificios y casas, y en Nagasaki quedó destruida el 40% de la ciudad.


Los daños fueron inenarrables, pero la verdadera tragedia fue la pérdida de vidas humanas. Hiroshima, con una población de 350 mil habitantes, perdió instantáneamente a 70 mil y en los siguientes cinco años murieron 70 mil más a causa de la radiación. En Nagasaki, donde había 270 mil habitantes, murieron más de 70 mil antes de que terminara el año y miles más durante los siguientes años. Se calcula que en total murieron cerca de 250 mil personas. La mayoría murió en el acto pero otros yacían retorciéndose en el suelo, clamando en su agonía por el intolerable dolor de sus quemaduras. Quienes lograron escapar milagrosamente de las quemaduras de la onda expansiva, murieron a los veinte o treinta días como consecuencia de los mortales rayos gamma. Generaciones de japoneses debieron soportar malformaciones en sus nacimientos por causa de la radiactividad.


Según los testimonios de quienes presenciaron la devastación, los sobrevivientes de la explosión parecían fantasmas que deambulaban entre cenizas y humo. Fantasmas sin pelo, pues se les quemó en la explosión, o fantasmas ciegos, que lo último que vieron fue el resplandor nuclear. Como la mayoría de los médicos y enfermeras estaban muertos o heridos, mucha gente herida no tenía a dónde ir, así que permanecían frente al lugar donde estuvo su casa, desolados. La gran mayoría de los habitantes de Hiroshima y Nagasaki estuvieron expuestos a la lluvia radioactiva y las consecuencias de esta exposición sobre sus cuerpos no fueron perceptibles de inmediato, en muchos casos pasaron días, meses y hasta años antes de que es manifestaran los síntomas del daño.

Se preguntaran porqué fue lanzada pues Harry Truman fue el presidente norteamericano que tomó la decisión de lanzar la bomba atómica sobre Japón. Tanto Truman como el aparato militar y gubernamental alegaron que el uso de la bomba atómica ayudó a salvar miles de vidas, mismas que se hubieran perdido si la guerra hubiera continuado durante más tiempo. Otro argumento fue que los alemanes estaban desarrollando una bomba atómica que hubiera sido usada contra los aliados, si éstos no se hubieran adelantado a usarla en contra de Japón. También dijeron que las bombas atacaron exclusivamente blancos militares, dado que Nagasaki era una ciudad industrial donde había una acerera y una fábrica de torpedos.


Bibliografías:

http://www.escalofrio.com/n/Catastrofes/Hiroshima_y_Nagasaki/Hiroshima_y_Nagasaki.php

http://www.bbc.com/mundo/noticias/2015/08/150807_finde_nagasaki_bomba_atomica_aniversario_aw



Crónica - Debra Dione Darian Rubio Cortinas


Bomba Atómica de Hiroshima

¿Qué ocurrió con la bomba atómica de Hiroshima y Nagasaki?



Hiroshima: 8:15 a.m. del 6 de agosto de 1945 El 6 de agosto de 1945, la ciudad japonesa de Hiroshima, situada en Honshu, la isla principal del Japón, sufrió la devastación, hasta entonces desconocida, de un ataque nuclear. Ese día, cerca de las siete de la mañana, los japoneses detectaron la presencia de aeronaves estadunidenses dirigiéndose al sur del archipiélago; una hora más tarde, los radares de Hiroshima revelaron la cercanía de tres aviones enemigos. Las autoridades militares se tranquilizaron: tan pocos aviones no podrían llevar a cabo un ataque aéreo masivo. Como medida precautoria, las alarmas y radios de Hiroshima emitieron una señal de alerta para que la población se dirigiera a los refugios antiaéreos.

A las 8:15, el bombardero B-29, “Enola Gay”, al mando del piloto Paul W. Tibblets, lanzó sobre Hiroshima a little boy, nombre en clave de la bomba de uranio. Un ruido ensordecedor marcó el instante de la explosión, seguido de un resplandor que iluminó el cielo. En minutos, una columna de humo color gris-morado con un corazón de fuego (a una temperatura aproximada de 4000º C) se convirtió en un gigantesco “hongo atómico” de poco más de un kilómetro de altura. Uno de los tripulantes de “Enola Gay” describió la visión que tuvo de ese momento, acerca del lugar que acaban de bombardear: “parecía como si la lava cubriera toda la ciudad”.


Tokio, localizado a 700 kilómetros de distancia, perdió todo contacto con Hiroshima: hubo un silencio absoluto. El alto mando japonés envió una misión de reconocimiento para informar sobre lo acontecido. Después de tres horas de vuelo, los enviados no podían creer lo que veían: de Hiroshima sólo quedaba una enorme cicatriz en la tierra, rodeada de fuego y humo.Alemania se rindió el 8 de Mayo de 1945 a los Aliados y a la Unión Soviética. Las celebraciones se sucedieron por toda Europa. Pero el Eje todavía no se había rendido, aún quedaba Japón, Imperio que vería su final en forma de un hongo con la bomba atómica.


Proyecto Manhattan

Mucho antes de que Estados Unidos entrase en la Segunda Guerra Mundial, en 1939, la Historia de la bomba atómica dió comienzo cuando el Presidente Franklin Delano Roosevelt invirtió 2.000 millones de dólares en la investigación de la energía nuclear.

Albert Einstein, científico y autor de la teoría de la relatividad, había logrado realizar importantes descubrimientos sobre el uranio y el plutonio, aunque fuera del ámbito militar. Sin embargo después del 7 de Diciembre de 1941, cuando Estados Unidos entró en la Segunda Guerra Mundial tras el ataque japonés sobre Pearl Harbor, Roosevelt señaló que la energía atómica fuera investigada como un proyecto militar más. Dentro del programa designó al general Leslie Groves y al físico norteamericano Robert Oppenheimer, siendo el lugar elegido un complejo de alta seguridad en Los Álamos de Nuevo México. La denominación oficial para la investigación fue “Proyecto Manhattan”.

Durante 1942, 1943 y 1944 los Estados Unidos hiciron grandes avances en la carrera atómica armamentística. Los estadounidenses no podían dejar que Adolf Hitler les ganara en este campo. De hecho hasta casi la mitad de la Segunda Guerra Mundial los alemanes iban ganando esta carrera, sin embargo cuando Hitler ordenó que se suspendieran dichas investigaciones y unos comandos aliados destruyeron una base de agua pesada en Telemmark, Noruega, Washington obtuvo la iniciativa. Respecto a otros países Estados Unidos no tenía por qué temer, ya que Japón o la Unión Soviética, los únicos con algo de idea sobre energía atómica, estaban alejados años luz de América respecto a sus investigaciones.


Ultimátum a Japón

El 19 de Julio de 1945 el B-29 de Paul Tibbets y su tripulación aterrizaron en la Isla de Tinian sobre el archipiélago de Las Marianas en el Océano Pacífico. Allí el avión se unió al Grupo Mixto 509 de las fuerzas aéreas de los Estados Unidos. Curiosamente el Aeropuerto de North Field donde se alojaban había sido construído por los japoneses antes de la guerra. La vida que debían llevar los pilotos en Tinian consistía en una serie de entrenamientos enfocados a su futura misión sobre Japón. Entre las prácticas hubo vuelos de solitarios B-29 hacia algunas ciudades japonesas para dejar caer una solitaria bomba convencional, algo que los pilotos no comprendían porque les parecía ridículo.

Para el 26 de Julio de 1945 los Aliados enviaron un ultimátum a Japón exigiendo la rendición incondicional o bien la destrucción de todo su territorio metropolitano. Ese mismo día curiosamente desembarcó en Tinian la bomba atómica de uranio “Little Boy”, transportada a bordo del crucero pesado USS Indianapolis.Kantaro Suzuki, Primer Ministro de Japón, rechazó el ultimátum el 28 de Julio. Ni siquiera intimidaron las amenzas que la Unión Soviética propagó contra el mismo Japón. El Ministro de Asuntos Exteriores, Shinegori Togo, intentó por todos los medios que el Gabinete solicitara la paz cuanto antes y buscara una solución que pudiera resultar confortable para los dos bandos. Sin embargo el sector más militarmente radical, una amplia mayoría, se negó. Japón había quedado sentenciado.Por la noche del 30 de Julio, el crucero pesado USS Indianapolis que había transportado la bomba atómica hasta Tinian fue localizado por el submarino japonés I-58 al mando del capitán Mochitsura Hashimoto. Sin dudarlo el sumergible lanzó un torpedo que impactó sobre el crucero, el cual comenzó a escorarse. A causa de la explosión murieron alrededor de 300 marineros americanos que no pudieron escapar, hundiéndose irremediablemente a continuación el USS Indianapolis. Unos 880 hombres quedaron a la deriva flotando en las oscuras aguas. Durante dos días permanecieron en medio del océano, en ese tiempo 301 marineros perecieron en horribles condiciones devorados por tiburones. Hasta el 2 de Agosto no fueron rescatados los supervivientes del agua. Culpa de ello fue el secretismo del próximo bombardeo atómico, ya que el USS Indianapolis al haber albergado la bomba no constaba oficialmente como barco presente en esa zona del océano, por eso nadie se preocupó en buscar a los naúfragos hasta pasadas 48 horas. Las víctimas del crucero fueron de 600 muertos, la mitad pasto de los tiburones. Ese fue el castigo norteamericano a pagar por haber contribuido de manera tan activa al genocido que estaba a punto de producirse en Hiroshima.


¿Dónde?” era la pregunta que se hacían los generales estadounidenses y el Presidente Truman sobre el lugar para lanzar la bomba. Kyoto era el lugar idóneo para el ataque, sin embargo las ciudades de Hiroshima, Kokura, Niigata y Nagasaki también presentaban un excelente blanco. Tras las primeras deliberaciones Kyoto quedó descartada por ser uno de los principales centros culturales de Asia y Niigata quedaba demasiado lejos por situarse en el extremo más septentrional de la Isla de Honshu, con lo cual la lista se redujo a Hiroshima, Kokura y Nagasaki.

Hiroshima era una ciudad de más de medio millón de habitantes con 4 millas de largo por casi 6 millas de largo. La urbe estaba dividida en cinco islas y que se unían mediante puentes o franjas de tierra a una zona continental en el norte. Tal estructura respondía a los numerosos afluentes y canales del Río Ota que la separaban, de hecho la urbe se parecía a una mano porque los ríos le aportaban una forma de cinco dedos al delimitar con la Bahía de Hiroshima. En el centro ciudad se erigía el Castillo de la Carpa construído en la Edad Media durante la época samurái, hallándose alrededor edificios importantes como el Ayuntamiento, el Cuartel General del Ejército Regional, la Sede de la Kempei Tai (Policía Secreta), el Salón de Promoción Industrial y la Clínica Shima. Al este se situba la Estación de Hiroshima junto al Cuartel General y el famoso Monte Futaba. Al sur de la ciudad, pegados a la bahía se localizaban el Parque Eba, el Aeropuerto y las Industrias Mitsubishi sobre un dique artificial.

Senkichi Awaya era el alcalde de Hiroshima. Su casa se encontraba al oeste del centro ciudad pasando por el Puente Aioi. Orgulloso, Awaya hacía gala ante el país de que su ciudad nunca había sido bombardeada, ya que era uno de los pocos sitios de Japón en los que no había importantes objetivos militares estratégicos. Precisamente dentro de Hiroshima solamente se situaba el II Ejército Imperial Japonés al mando del mariscal de campo Shunroku Hata con 40.000 soldados, cifra de las más reducidas de Japón.

Siempre la vida en Hiroshima había sido muy tranquila. Sus habitantes eran de un carácter conservador, humilde y familiar. Lo que estaba a punto de ocurrirles nunca se lo hubieran merecido.


BIBLIOGRAFIAS

http://www.eurasia1945.com/batallas/contienda/bomba-atomica-de-hiroshima/

http://www.escalofrio.com/n/Catastrofes/Hiroshima_y_Nagasaki/Hiroshima_y_Nagasaki.php

Artículo de fondo - Jesús Adrian Gaxiola

Bombas atómicas de Hiroshima

y Nagasaki.

“Desgraciadamente a 70 años de esa tragedia hay muchos que actúan como si nada hubiera pasado, Cuando Alemania fue derrotada, Japón era la única potencia que hacía peligrar la tranquilidad y la paz en el mundo. Los americanos estudiaron las diferentes posibilidades para acabar con la guerra, pero los métodos convencionales suponían la vida de muchos americanos. La alternativa era probar la bomba en un lugar deshabitado, como amenaza a los japoneses y advertirles de lo que eran capaces”.

El 6 de agosto de 1945, la ciudad japonesa de Hiroshima, situada en Honshu, la isla principal del Japón, sufrió la devastación, hasta entonces desconocida, de un ataque nuclear. Ese día, cerca de las siete de la mañana, los japoneses detectaron la presencia de aeronaves estadunidenses dirigiéndose al sur del archipiélago; una hora más tarde, los radares de Hiroshima revelaron la cercanía de tres aviones enemigos. Las autoridades militares se tranquilizaron: tan pocos aviones no podrían llevar a cabo un ataque aéreo masivo. Como medida precautoria, las alarmas y radios de Hiroshima emitieron una señal de alerta para que la población se dirigiera a los refugios antiaéreos.

A las 8:15, el bombardero B-29, “Enola Gay”, al mando del piloto Paul W. Tibblets, lanzó sobre Hiroshima a little boy, nombre en clave de la bomba de uranio. Un ruido ensordecedor marcó el instante de la explosión, seguido de un resplandor que iluminó el cielo. En minutos, una columna de humo color gris-morado con un corazón de fuego (a una temperatura aproximada de 4000º C) se convirtió en un gigantesco “hongo atómico” de poco más de un kilómetro de altura. Uno de los tripulantes de “Enola Gay” describió la visión que tuvo de ese momento, acerca del lugar que acaban de bombardear: “parecía como si la lava cubriera toda la ciudad”.

Tokio, localizado a 700 kilómetros de distancia, perdió todo contacto con Hiroshima: hubo un silencio absoluto. El alto mando japonés envió una misión de reconocimiento para informar sobre lo acontecido. Después de tres horas de vuelo, los enviados no podían creer lo que veían: de Hiroshima sólo quedaba una enorme cicatriz en la tierra, rodeada de fuego y humo, “La muerte de más de cien mil personas y la sobrevivencia de otras miles con graves secuelas mortales, ha recordado por años, el nivel de destrucción a que pueden llegar las armas nucleares”.

Después de la explosión sobre Hiroshima, los norteamericanos esperaban la rendición inmediata de Japón. Pero esto no sucedió. El alto mando japonés dio por hecho que los Estados Unidos sólo tenían una bomba atómica y, ya que el daño estaba hecho, se mantuvieron en armas. Sin embargo, esta actitud de los japoneses fue prevista por los estadunidenses y, para demostrar que tenían más bombas y de mayor fuerza destructiva, arrojaron una segunda bomba.

El 9 de agosto, a las 11:02 de la mañana, el espectáculo de la aniquilación nuclear se repitió en Nagasaki, situada en una de las islas menores de Japón llamada Kyushu. El bombardero B-29, “Bock’s Car”, lanzó sobre esa ciudad industrial a fat boy, una bomba de plutonio, con la capacidad de liberar el doble de energía que la bomba de uranio.

Cinco días después, los japoneses se rindieron incondicionalmente ante las fuerzas aliadas. Con ello, la Segunda Guerra Mundial, que empezó en 1939, se dio por terminada.

Las bombas nucleares devastaron Hiroshima y Nagasaki. Sin embargo, los efectos del bombardeo sobre cada ciudad no fueron iguales: la situación geográfica de cada lugar influyó sobre el grado de destrucción. En Hiroshima, emplazada sobre un valle, las olas de fuego y radiación se expandieron más rápidamente y a mayor distancia que en Nagasaki, cuya orografía montañosa contuvo la expansión de la destrucción. Dos kilómetros a la redonda de donde explotaron las bombas, la catástrofe fue absoluta: el fuego y el calor mataron instantáneamente a todos los seres humanos, plantas y animales. En esta zona no permaneció en pie ni una sola edificación y se quemaron además las estructuras de acero de los edificios de concreto. Las ondas expansivas de la explosión hicieron estallar vidrios de ventadas situadas incluso a 8 kilómetros del lugar de la explosión. Los árboles fueron arrancados desde la raíz y quemados por el calor.

En algunas superficies, como los muros de algunos edificios, quedaron plasmadas las “sombras” de carbón de las personas que fueron desintegradas repentinamente por la explosión. El fuego se apoderó de las ciudades, especialmente de Hiroshima, donde se formó una “tormenta de fuego” con vientos de hasta 60 kilómetros por hora. Había incendios por todos lados. Miles de personas y animales murieron quemados, o bien sufrieron graves quemaduras e incluso heridas por los fragmentos de vidrio y otros materiales que salieron disparados por la explosión. Las tejas de barro de las casas se derritieron y la gran mayoría de las residencias de madera ardieron en llamas. Los sistemas telefónicos y eléctricos quedaron prácticamente arruinados. Se calcula que en Hiroshima desaparecieron cerca de 20 mil edificios y casas, y en Nagasaki quedó destruida el 40% de la ciudad.

“Los daños fueron irreversibles, pero la verdadera tragedia fue la pérdida de vidas humanas". Hiroshima, con una población de 350 mil habitantes, perdió instantáneamente a 70 mil y en los siguientes cinco años murieron 70 mil más a causa de la radiación. En Nagasaki, donde había 270 mil habitantes, murieron más de 70 mil antes de que terminara el año y miles más durante los siguientes años. Se calcula que en total murieron cerca de 250 mil personas.

La mayoría murió en el acto pero otros yacían retorciéndose en el suelo, clamando en su agonía por el intolerable dolor de sus quemaduras. Quienes lograron escapar milagrosamente de las quemaduras de la onda expansiva, murieron a los veinte o treinta días como consecuencia de los mortales rayos gamma. Generaciones de japoneses debieron soportar malformaciones en sus nacimientos por causa de la radiactividad.

“Según los testimonios de quienes presenciaron la devastación, los sobrevivientes de la explosión parecían fantasmas que deambulaban entre cenizas y humo. Fantasmas sin pelo, pues se les quemó en la explosión, o fantasmas ciegos, que lo último que vieron fue el resplandor nuclear”. La mayoría de los médicos y enfermeras estaban muertos o heridos, mucha gente herida no tenía a dónde ir, así que permanecían frente al lugar donde estuvo su casa, desolados. La gran mayoría de los habitantes de Hiroshima y Nagasaki estuvieron expuestos a la lluvia radioactiva y las consecuencias de esta exposición sobre sus cuerpos no fueron perceptibles de inmediato, en muchos casos pasaron días, meses y hasta años antes de que es manifestaran los síntomas del daño.

“El efecto inmediato a la destrucción fue la parálisis. La población entró en una especie de pánico. La limpieza de las ciudades y el rescate de cuerpos se organizaron en algunos sectores hasta algunas semanas después de la explosión. Otro de los efectos que causó la explosión fue la sensación de terror constante”.

La incursión de un solo avión en el cielo provocaba el pánico colectivo. En la conciencia histórica de Japón, la explosión de las bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki dejó una cicatriz imborrable.

Harry Truman fue el presidente norteamericano que tomó la decisión de lanzar la bomba atómica sobre Japón. Tanto Truman como el aparato militar y gubernamental alegaron que el uso de la bomba atómica ayudó a salvar miles de vidas, mismas que se hubieran perdido si la guerra hubiera continuado durante más tiempo. Otro argumento fue que los alemanes estaban desarrollando una bomba atómica que hubiera sido usada contra los aliados, si éstos no se hubieran adelantado a usarla en contra de Japón. También dijeron que las bombas atacaron exclusivamente blancos militares, dado que Nagasaki era una ciudad industrial donde había una acerera y una fábrica de torpedos.

Asimismo, la memoria de Pearl Harbor sirvió de justificación. El 7 de diciembre de 1941 los japoneses habían tomado por sorpresa a los estadunidenses, atacando el puerto de Pearl Harbor. Ese día se hundieron 19 barcos y murieron cerca de 2 mil 400 soldados y marineros. El 6 y 9 de agosto de 1945, los norteamericanos sorprendieron a los japoneses, destruyendo las ciudades de Hiroshima y Nagasaki con dos bombas nucleares. Sin embargo, el saldo de muerte entre los japoneses fue de 240 mil personas, 100 veces el daño causado en Pearl Harbor.



Los móviles, por supuesto, fueron políticos. Se buscaba la rendición total del Japón antes de que la Unión Soviética entrara de lleno a la guerra en Asia, y el país socialista fortaleciera su posición sobre esta zona, "En otras palabras, la principal razón para usar la bomba fue forzar a los líderes japoneses a que se rindieran antes de que los soviéticos entraran a la guerra”.

El 8 de Agosto de 1945 un millón y medio de rusos ataca Manchuria desde Siberia y logró una victoria absoluta, en esta batalla "solo" se perdió la vida de 12.000 soldados rusos y 24.000 heridos.

“Estados Unidos sabía que si usaba la bomba atómica no sólo controlaría determinantemente sobre la guerra, con el resultado a su favor; sino que la posesión de un arma con la capacidad de usar una bomba nuclear lo colocaba a la cabeza de las naciones del mundo. El uso de la bomba fue una demostración tan efectiva, que sus efectos se han prolongan hasta nuestros días”.

La historia de la bomba atómica inició en agosto de 1939, cuando el presidente Roosvelt recibió una carta de Albert Einstein, en la que le informaba que la división (fisión) del núcleo del átomo de uranio parecía posible, lo cual liberaría una cantidad enorme de energía. En 1940 el gobierno norteamericano echó a andar el ultra secreto proyecto Manhattan, para intentar ganarle a los alemanes la carrera en la creación de una bomba atómica.

Después de invertir 2 mil millones de dólares en este proyecto, la primera prueba de la bomba tuvo lugar con éxito el 16 de julio de 1945 en el desierto cercano a Alamo Gordo, en Nuevo México. En esa fecha empezó la era nuclear.

La tarea de construir la bomba atómica fue tan complicada y requirió tanto tiempo y dinero, que las dos bombas utilizadas contra Japón eran las dos únicas que había en el mundo en esa época. Pero el día que estalló las bombas en Hiroshima se inició formalmente la competencia en la carrera armamentista. Rápidamente se desarrolló la tecnología bélica nuclear en otras partes del mundo, lo cual dio lugar -a nivel de política internacional- a la llamada “diplomacia atómica”. La primera potencia en demostrar que ya contaba con un arma nuclear fue la Unión Soviética, en 1949. Durante las siguientes décadas, la idea de que una conflagración mundial podía llevar al inminente exterminio de la humanidad -si se producía un enfrentamiento nuclear- determinó el equilibrio de fuerzas en el mundo.

La Guerra Fría, el periodo que se inició al término de la Segunda Guerra Mundial, implicó un estado de tensión y rivalidad entre las dos superpotencias, la Unión Soviética y Estados Unidos, y de manera indirecta entre sus aliados, ya que puso en muchas ocasiones al mundo al borde de un enfrentamiento nuclear. En el momento álgido de la Guerra Fría, durante la década de los sesentas, Estados Unidos tenía 70 mil cabezas y bombas nucleares, más de 6 mil armas y 5 mil bombarderos estratégicos.

“A pesar de que no se ha vuelto a usar una bomba atómica contra otro país, no se ha disipado el temor de que alguna potencia nuclear use su armamento”.

La desolación causada por las dos bombas detonadas en Japón, es menor si se compara con el poder destructor de las tecnologías bélicas actuales, además de que ahora hay suficientes bombas para hacer desaparecer al planeta. En la conmemoración del 56 aniversario de las explosiones nucleares en Japón, el primer ministro de este país, Junichiro Koizumi, dijo:

“Como el único país que ha sufrido un ataque nuclear, pedimos a la comunidad mundial que erradique las armas nucleares para construir una paz duradera, para que la devastación de un ataque nuclear no vuelva a repetirse jamás”.

“De 1945 a la fecha ha habido varios intentos para conseguir la erradicación de armas nucleares pero hasta la fecha no hay un acuerdo de desarme que haya sido suscrito por todas las potencias nucleares”. En 1996 se elaboró un Tratado que prohibía las pruebas nucleares, fue firmado por casi todas las naciones, excepto por India y Pakistán, que actualmente se encuentran muy cerca de declararse la guerra. ”Se teme que puedan usar sus bombas nucleares para atacarse mutuamente”. Hay quienes piensan que un desarme nuclear generalizado es imposible, por razones de “seguridad nacional” y estrategia política de cada país. “Se cree que si las naciones con armamento nuclear ponen sus arsenales bajo estricta vigilancia internacional, en sitios dispersos, estas medidas pueden salvaguardar al mundo de una catástrofe nuclear. Los terribles sucesos ocurridos en Hiroshima y Nagasaki en 1945 nos recuerda los extremos de destrucción a los que puede llegar el ser humano si la comunidad internacional no pone un límite al uso militar de la energía nuclear”.


REFRENCIAS:

  • http://www.escalofrio.com/n/Catastrofes/Hiroshima_y_Nagasaki/Hiroshima_y_Nagasaki.php

  • http://www.bbc.com/mundo/noticias/2015/08/150807_finde_nagasaki_bomba_atomica_aniversario_aw

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